Abrazando el momento presente

Hace unos días observé cómo surgían en mi mente algunos pensamientos que estaban en conflicto con lo que estaba sucediendo en mi vida, tales como «este fin de semana debería haber aprovechado más el tiempo, podría haber hecho otras cosas…”«qué fastidio que se acabe ya el fin de semana… etc”. Me di cuenta de que estos pensamientos alimentaban sensaciones desagradables y de que me generaban insatisfacción y desasosiego.
giraffenhaus_zoo_berlin_212Lo cierto es que en ese momento presente realmente no importaba ya, si yo podría haber hecho las cosas diferentes o no, salvo por  aprender de la experiencia, para quizá, probar a hacer algo distinto la próxima vez. Lo importante fue comprender que la mente creaba cierto conflicto por no haber realizado sus planes o por no cumplir con sus ideales. Lo que estaba viviendo era por tanto, la consecuencia natural de este conflicto, pero nada erróneo, ni nada que se debiera rechazar, sino aceptar y acoger plenamente, incluso cuando la experiencia no era agradable.

En estos pequeños detalles cotidianos de la vida es también cuando practicar atención plena es de gran beneficio. Cuando recogemos algunos de los frutos de nuestra práctica de meditación.
Ser consciente de los pensamientos que surgen en nuestra mente y que nos están causando malestar, nos permite dejar de alimentarlos y de añadir sufrimiento psicológico a lo que sucede en cada momento. En lugar de eso, lo podemos observar, lo dejamos ser, cambiar y cesar, viviendo el presente tal y como es, incluso cuando no está siendo como nos gustaría. 

Aquella tarde me di cuenta también de que salvo ese conflicto generado por mi mente sobre la creencia de lo que debería ser, lo que estaba viviendo era perfecto en sí.
Independientemente de lo que vivamos, la paz está siempre en nuestro interior, accesible en cada momento. Si no nos perdemos en lo que vivimos, y desarrollamos una visión más amplia, siempre encontramos ese espacio donde todo surge. Ese espacio no se ve afectado por las condiciones del momento, en ese espacio hay paz.
Es en ese estado de presencia donde se toman mejores decisiones, donde uno puede ser más paciente y receptivo, más disponible a escuchar, a aceptar, a recibir los acontecimientos sin generar conflicto. 

Anuncio publicitario

Fluyendo

Quizás estáis atravesando en este momento de vuestra vida por una situación de gran trascendencia, como si la felicidad y el bienestar de vuestra vida estuvieran en juego. Quizás vuestra vida profesional o personal esta un momento en el que parece derrumbarse, a punto de perder la esperanza. Pero si miráis para atrás, os daréis cuenta de la cantidad de veces que habréis pasado por situaciones semejantes, situaciones que parecían trascendentes o insoportables y al final no ha sido para tanto, al final habéis seguido adelante, y no solo eso, si no que probablemente habréis aprendido una lección de lo sucedido que os ha hecho crecer como personas.

Tener esta reflexión en mente ayuda a desdramatizar las cosas que nos suceden. Si a las situaciones que nos desagradan les quitamos dramatismo, sin rechazarlas ni darlas energía dándole vueltas a nuestra situación personal, podremos no malgastar esa energía e invertirla en buscar una solución.

Si nos permitimos experimentar una emoción dejándola fluir, observaremos como cesa, advertiremos su naturaleza impermanente. Esa experiencia empieza a cambiar nuestra vida porque todas las emociones tienen la misma naturaleza, y la siguiente vez que estemos en una situación parecida sabremos que cesa, sabremos que no es para tanto, que se puede soportar.

Al meditar sentimos el cuerpo y la respiración, y eso calma la mente, y nos vuelve al presente dándonos bienestar. La mente calmada trae la experiencia de unidad y va debilitando tu identificación con los procesos mentales, emociones y sensaciones, resultándonos cada vez mas fácil permanecer en el observador inafectado por la experiencia. Esa unidad o plena consciencia se va convirtiendo en nuestro refugio, y como ese estado no depende de las situaciones exteriores, se ira reduciendo progresivamente el miedo al cambio, a la incertidumbre, a las dificultades, aceptando las cosas como son y según vienen. Solo debemos estar atentos y no perdernos en los acontecimientos, ni dejarnos engañar en la apariencia de las cosas, dejando que fluyan sin ser arrastrados por ellos.

Practicando moralidad

Para mi la práctica de la moralidad consiste en: Abstenerme de hacer lo que no me gustaría que me hicieran a mi. Tomando consciencia que el sufrimiento es una experiencia que comparto con todos los seres vivos, y que los demás igual que yo no quieren sufrir.

Cuando a primeros del 2010 decidí poner mas energía en la Práctica, tome la determinación de aplicar los preceptos Budistas del laico, los preceptos morales fue uno de los pilares sobre la cual construí mi transformación personal. Aplicarme estos preceptos fue muy importante para la transformación de mi vida y el desarrollo de mi práctica.

Tener en mente los preceptos me ayudaba a sostener la practica de mindfulness. Por ejemplo, uno de los preceptos es abstenerse de la palabra falsa o ofensiva, así que cada vez que hablaba, me ayudaba a estar en el momento presente. Más consciente de como y que decía y si era el momento adecuado, también a ser consciente de las motivaciones. Si no lo cumplía, podía preguntarme porque no lo había hecho, conociendo que necesidad o emoción me había incitado a hablar así.

Ser mindful de mis acciones me da mucha información sobre mi mismo, si soy manipulador, chismoso, dependiente, etc. Cada acción me permite conocerme y trabajar sobre mi mismo, responsabilizándome de lo que digo y aceptando las consecuencias.

Al principio debido a los hábitos adquiridos durante mi vida, practicar la moralidad requería esfuerzo. Era una especie de freno que me daba mas tiempo antes de actuar, minimizando la posibilidad de ser arrastrado por deseos, sensaciones, emociones, etc. Evitaba meterme en problemas, remordimientos y temor por las consecuencias que afectaban mi paz interior. Luego con la comprensión y los beneficios que surgen de la Práctica, la moralidad se cumple de una manera natural, simplemente ciertas acciones se dejan de realizar, ni siquiera concebirlas.

En general, no solo con la práctica de la moralidad, considero importante aprender de mi propia experiencia. Observando las consecuencias de mis acciones, notando cuales contribuyen a mi paz interior y armonía con los demás, y cuales no. No se trata de ser duro conmigo mismo, tratando de alcanzar un ideal de conducta. Ni recriminarme, ni juzgarme, ni en lamentarme. Sino en ser auto compasivo, comprendiendo las necesidades que me incitaron a realizar la acción. Tratando de hacerlo mejor la próxima vez.

Los monasterios de la tradición de la Forest Sangha, reciben visitas constantemente, algunos para pasar el día y otros para permanecer durante una temporada, la gente que visita el monasterio suele venir con las mejores intenciones, y generalmente se aplican como mínimo los cinco preceptos del laico. El ambiente es muy agradable no solo porque son unos sitios bonitos y tranquilos, sino porque vivir con personas que practican la moralidad nos permite relajarnos.

Cuando me ordene como samanera (novicio monje Budista), el nombre religioso que me dieron fue Nandasilo, que significa quien goza de la moralidad, o se podría decir también, quien disfruta de la purificación del corazón que da la práctica de la moralidad, me parece un hermoso nombre que define el gran beneficio de practicar la moralidad.

Os animo a que pongáis esfuerzo en la Práctica de la moralidad, experimentando por vosotros mismos como vivir en armonía con los demás, contribuye a vuestra paz y bienestar. El tratar de ser íntegros crea una energía que se transmite, mejorando las relaciones con los demás.

Generosidad

Mi vida en el monasterio durante todos estos años, ha sido sostenida gracias a la generosidad de los demás, dándome la oportunidad de conocer lo valioso que es para cualquier desarrollo personal y espiritual.
La Forest Sangha es una tradición que funciona mediante las ofertas, el Buda quería que la relación de los monjes con los laicos fuera activa, así que creo una relación de dependencia, los laicos mantienen a los monjes con su generosidad y los monjes ofrecen la enseñanza del Dhamma. La disciplina monástica que cumplen los monjes Theravada consta de 227 preceptos, en los cuales uno de ellos es la renuncia al contacto con el dinero, y otro es la no posibilidad de cocinar, entre otras, esto mantiene viva esa completa dependencia de los monjes con los laicos.

En el monasterio de Italia (Santacittarama) existe una gran comunidad Tailandesa y de Sri Lanka, frecuentemente visitan el monasterio, hacen donaciones, ofrecen comida y bienes de primera necesidad. La comunidad Tailandesa a menudo se pasan los fines de semana trabajando con los monjes en el bosque, algunas de ellas trabajan toda la semana y el día libre lo pasan trabajando para el monasterio, me parecía asombroso y no solo que lo hicieran sino la alegría con la que lo hacían.

Recuerdo como los monjes comentaban que el encuentro entre las dos culturas, la asiática y occidental podía ser muy beneficioso para ambos: los occidentales podíamos aprender el valor de la generosidad y los asiáticos el interés por la meditación que es mas difundido entre los visitantes occidentales, el visitante occidental va al monasterio con otra mentalidad, suelen ir en busca de tranquilidad, relajación y a practicar meditación, mientras que el asiático va a ofrecer toda su ayuda.

La práctica de la generosidad desinteresada, sea económica, material o de nuestro tiempo libre, es imprescindible para cualquier transformación de la vida personal y espiritual. Abre el corazón, acercándonos a los demás y reportandonos una alegría y bienestar de otra clase, bienestar que alimenta la práctica y que además nos ayuda en los momentos de dificultad.
Durante todos mis años en el monasterio, he conocido y hablado con muchas personas que lo practican, viendo los beneficios que la práctica les ha proporcionado.

Hace poco aquí en el monasterio de Amaravati, una amiga que va a cumplir años a final de mes, decidió hacer una prueba de la tarta que quiere hacer para celebrarlo. Fue al supermercado a comprar todos los ingredientes y estuvo mas de dos horas en hacerla para el desayuno del día siguiente. Por la mañana la ofreció a todos, yo la miraba y su cara reflejaba una alegría especial, con gozo, y además lo decía, en la siguiente reunión que tuvimos, animo a todos a hacerlo, describiendo lo que había significado la experiencia.

Pausa consciente

Cuando estaba en el monasterio de Italia empecé a realizar una práctica que encuentro muy beneficiosa. Después de comer me iba a mi cabaña del bosque y tomaba la determinación de no hacer nada, durante las próximas tres horas, excepto estar plenamente consciente del cuerpo y la mente. Cuando me perdía en pensamientos, sin darles más energía ni rechazandolos, volvía la atención al momento presente, utilizando la respiración como punto de anclaje. Meditaba pero sin estar en una postura formal, solo sentado normalmente, con los ojos abiertos o cerrados, si me cansaba o me entraba algo de sueño me ponía de pie o estiraba un poco las piernas. Me ponía una alarma para no estar pendiente del reloj.

Los primeros diez minutos eran los mas difíciles, ya que la perspectiva de estar tres horas sin hacer nada resultaba un poco desesperante. Después la mente se iba calmando y el cuerpo relajando y empezaba a sentir paz interior. Cada cierto tiempo me venían ganas de hacer alguna actividad, pero al rato pasaba. El aburrimiento estaba presente durante la práctica, pero había calma. Aunque pudieran llegarme pensamientos, los espacios se hacían mas grandes, así como la capacidad de regresar al momento presente. Podía compaginar pensamientos con paz conjuntamente. Recuerdo que al final de las tres horas podía permanecer mas tiempo.

Esta práctica la sigo realizando pero sin marcarme un tiempo. Recomendaría que la probaseis, daros el tiempo que queráis, aunque os recomendaría mínimo 20 minutos, porque podréis experimentar como la inquietud que se tiene al principio pasa y se comienza a sentir paz.

Esta practica es muy útil por varias razones.
– Aprender a encontrar bienestar en la soledad y simplicidad del momento presente, haciéndonos mas independientes. Evitando que nos enzarcemos en actividades o conversaciones poco provechosas para nuestro bienestar, para pasar el rato, como ver la tele, internet, etc… que agitaran mas la mente, aumentando la inquietud interior.
– Aprender a parar y a estar con la inquietud interior normal que se tiene después de haber estado activo.
– Nos permite conocernos, así como a estar con las condiciones, sin dejarnos arrastrar por ellas, experimentando su naturaleza impermanente por nosotros mismos, obteniendo la libertad que da el ser capaz de estar con las cosas tal y como son.
– Nos permite contactar con nuestro cuerpo y silencio interior.
– Desarrolla la practica de mindfulness, llegando a ser cada vez mas frecuentes las veces que recordemos volver al momento presente.

Encuentro muy beneficioso aprovechar los tiempos muertos que tenemos a lo largo del día, como esperando el autobús, el descanso en el trabajo, o antes de comer, etc para volver al momento presente, así como darnos algunos minutos con frecuencia para dirigir la atención al cuerpo y mente, notando como está siendo afectado por nuestra actividad, además de relajarnos y liberarnos de esa inquietud mental que provoca la actividad, lo que nos ayuda a continuar mas armoniosamente. En nuestros tiempos con la tecnología que tenemos a nuestra disposición, esto es aun mas difícil, porque es muy fácil escapar de esos tiempos muertos conectándose a internet o con mensajes, etc…, que es simplemente una reacción a la inquietud interior, que nos mantiene en un estado de agitación a los largo del día.

Conozco la dificultad que es parar de hacer cualquier actividad, siendo consciente de esa incomoda energía que se va creando, en cuanto nos ponemos en acción.
La mente se va agitando, los pensamientos se van encadenando y toda esa energía nos incita a una constante actividad, y a mantenernos siempre ocupados para evitar afrontar esas sensaciones. Siempre que he afrontado la situación parando, siempre lo he agradecido, aunque los primeros minutos son difíciles, al rato siento paz y serenidad. Recuperando el poder de decisión sobre mis acciones.

Generalmente en los ratos libres siempre se suele hacer algo, dormir, leer, ver alguna película, escuchar música etc… o haciendo meditación formal.
A algunos ni se les pasa por la cabeza el no hacer nada, lo consideran como desaprovechar el tiempo; esto es un condicionamiento social que tenemos, pero si probáis, comprobareis como los beneficios para nuestro bienestar son grandísimos.