Hace unos días observé cómo surgían en mi mente algunos pensamientos que estaban en conflicto con lo que estaba sucediendo en mi vida, tales como «este fin de semana debería haber aprovechado más el tiempo, podría haber hecho otras cosas…”, «qué fastidio que se acabe ya el fin de semana… etc”. Me di cuenta de que estos pensamientos alimentaban sensaciones desagradables y de que me generaban insatisfacción y desasosiego.
Lo cierto es que en ese momento presente realmente no importaba ya, si yo podría haber hecho las cosas diferentes o no, salvo por aprender de la experiencia, para quizá, probar a hacer algo distinto la próxima vez. Lo importante fue comprender que la mente creaba cierto conflicto por no haber realizado sus planes o por no cumplir con sus ideales. Lo que estaba viviendo era por tanto, la consecuencia natural de este conflicto, pero nada erróneo, ni nada que se debiera rechazar, sino aceptar y acoger plenamente, incluso cuando la experiencia no era agradable.
En estos pequeños detalles cotidianos de la vida es también cuando practicar atención plena es de gran beneficio. Cuando recogemos algunos de los frutos de nuestra práctica de meditación.
Ser consciente de los pensamientos que surgen en nuestra mente y que nos están causando malestar, nos permite dejar de alimentarlos y de añadir sufrimiento psicológico a lo que sucede en cada momento. En lugar de eso, lo podemos observar, lo dejamos ser, cambiar y cesar, viviendo el presente tal y como es, incluso cuando no está siendo como nos gustaría.
Aquella tarde me di cuenta también de que salvo ese conflicto generado por mi mente sobre la creencia de lo que debería ser, lo que estaba viviendo era perfecto en sí.
Independientemente de lo que vivamos, la paz está siempre en nuestro interior, accesible en cada momento. Si no nos perdemos en lo que vivimos, y desarrollamos una visión más amplia, siempre encontramos ese espacio donde todo surge. Ese espacio no se ve afectado por las condiciones del momento, en ese espacio hay paz.
Es en ese estado de presencia donde se toman mejores decisiones, donde uno puede ser más paciente y receptivo, más disponible a escuchar, a aceptar, a recibir los acontecimientos sin generar conflicto.